Son los primeros años de la década de 1960 y la era de los aviones a reacción está aún en pañales. Los fabricantes de ambos lados del Atlántico se disputan los posibles pedidos de aviones de segunda generación, y sus enfoques no podrían ser más diferentes. En Europa, los británicos y los franceses están invirtiendo sus recursos en el supersónico Aérospatiale/BAC Concorde, un elegante diseño de ala delta capaz de cruzar el Atlántico en sólo tres horas. Al otro lado del charco, los estadounidenses consideran que lo más grande es lo mejor y, centrándose en la economía de escala y la eficiencia, surgen tres tipos de aviones denominados de fuselaje ancho. En California, McDonnell Douglas y Lockheed desarrollan su DC-10 trijet y su L-1011 TriStar, respectivamente, mientras que en la costa oeste, en el estado de Washington, Boeing intenta salvar lo que puede del fallido contrato militar estadounidense CX-HLS (Cargo Experimental Heavy Logistics System). El diseño resultante, el 747, es el avión civil más grande que ha visto el mundo.
A pescar
Dado que el sector de las aerolíneas experimentaba un crecimiento exponencial -el número de pasajeros se multiplicó por más de tres en la década de 1970-, Boeing consideró evidente la necesidad …